Hola de nuevo!
Seguro que muchos de vosotros tenéis en casa una bolsa o una caja donde guardáis el papel usado para tirarlo al contenedor de reciclaje. ¿Y si pudierais usarlo una vez más antes de tirarlo?. Vale, está claro que el proceso de reciclar el papel en casa es engorroso y lleva tiempo, pero si os gustan las manualidades y estáis un poco aburridos, podéis matar el tiempo haciendo un bonito papel que podréis usar luego para multitud de cosas, como hacer tarjetas o cartas, pequeñas libretas, adornar regalos, etc.
Yo he hecho el experimento, y el resultado es bastante bueno. Ahora os explicaré los pasos:
Primero, necesitaremos un cubo y papel usado. El papel puede ser de cualquier clase: de periódico, de revistas, de propaganda del supermercado, fotocopias que salieron mal o que ya no sirven, cartón de cualquier clase, incluso servilletas que no estén sucias de comida o de aceites.
Trocearemos el papel con las manos en trozos pequeños.
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Una vez lo tengamos troceado, añadiremos agua hasta que quede bien cubierto y removeremos con la mano. Si añadimos agua caliente, la tinta de periódicos y fotocopias se derretirá y quedará en el agua, pudiendo cambiarla un par de veces de forma que el papel luego quede más blanco.
Ahora lo dejaremos a remojo durante un día, si hemos usado algo de cartón, y mínimo 12 horas si sólo hemos usado papel. Podemos removerlo un poco de vez en cuando para que se empape bien.
Al día siguiente, cogeremos un puñado del papel mojado y lo pondremos en un recipiente para batirlo. Le añadiremos el doble de agua limpia que de papel y lo batiremos con cuidado, asegurándonos de que la batidora no se queda atascada. Cuanto más rato estemos batiendo, más fina quedará la pulpa.
Y obtendremos una pasta gris con este aspecto. Ahora es el momento de añadirle alguna gota de colorante (incluso colorante alimentario) y batir un poco más para que se mezcle bien. Yo he optado por no añadirle nada y dejarlo con su color natural. Por supuesto, no le añadiremos nada de lejía ni productos químicos, porque de esa forma contaminaríamos más y ya no tendría tanto sentido la cosa del reciclaje.
Ahora viene la parte buena. Pondremos una parte de la pulpa en un barreño o una bandeja honda y añadiremos bastante agua limpia, para que se quede bien disuelto.
Para el siguiente paso vamos a necesitar una esponja, unas bayetas o trozos de tela, y un tamiz o bastidor. El tamiz me fue imposible de conseguir en ninguna tienda (y me recorrí el barrio entero de Benimaclet) así que opté por hacerlo yo misma. Hay muchas formas de hacerlo, ya que no es una estructura complicada, pero yo lo que hice fue comprar un pequeño lienzo en una tienda (el dependiente tenía aspecto oriental...) y en una ferretería conseguí rejilla mosquitera. Usé un cutter para quitar la tela del lienzo y dejar sólo el marco de madera, y luego amarré la rejilla con chinchetas y un martillo. Y voila! un excelente tamiz.
Bueno, después de la breve pausa para el bricolaje, proseguimos con nuestro papel (nunca mejor dicho). Removemos el agua con la pulpa para que esté toda en suspensión e introducimos de esta forma el tamiz en el agua.
Acto seguido lo sacamos con cuidado viendo que se encuentra totalmente cubierto de pulpa de papel, y lo dejamos escurrir un momento.
Luego ponemos uno de los trapos encima y presionamos de forma que absorba el agua. El trapo siempre tiene que ser un poco más grande que el tamiz para poder colgarlo luego.
Le damos la vuelta y, con ayuda de la esponja, presionamos para quitar algo del exceso de agua, y para que el papel quede bien pegado a la tela.
Poco a poco vamos levantando el tamiz asegurándonos de que el papel se queda en su sitio. Mucho cuidado porque es una capa muy fina y blanda, y se estropea muy fácilmente.
Iremos colgando los trapos con el papel pegado en un tendedero, con cuidado de que el viento no pueda hacer que se toquen entre ellos, ni que rocen nada. Hasta que no se seque, sigue siendo muy frágil.
Una vez completamente seco (lo sabremos porque cambia de color y se queda mucho más claro) lo pondremos boca abajo en una superficie plana e iremos retirando la tela con cuidado. Veremos que el papel se desprende casi solo de esta forma, pero aun así hay que ir despacio, sujetando el papel con una mano y tirando de la tela con la otra.
Y aquí está el resultado. Los primeros me salieron más gruesos, y a medida que se iba terminando la pulpa del agua fueron saliendo más y más finos. El último que hice tiene un grosor ligeramente superior al del papel higiénico, y primero parece casi cartulina. De ahí saco que si queremos que todos los papeles salgan similares, cada 2 o 3 hojas que hagamos habría que añadir un poco más de pulpa.
¡Y ya está! Ahora podemos dejarlo debajo de unos libros para que se quede bien plano, o podemos usarlo así directamente. Lo bonito sería usarlo para escribir alguna carta usando una pluma y tinta antigua.... Pero eso lo dejaremos para otro tutorial, porque aun no he conseguido los materiales para ello.
¡¡¡Gracias por leerme, y buena suerte con vuestro reciclaje!!!